jueves, 18 de octubre de 2012

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El amor no sabe de amor, porque nunca ha amado, 
el Sol no sabe de calor, pues no existe fuerza más grande que lo haga sudar, 
así como el frío jamás ha tenido labios morado
 yo carezco a su pesar de sentidos ordinarios para mirarte y degustarte, 
para entonces apretarte y olfatear ese aroma del desierto que traes con tu soledad, 
no puedo perderme en tus ojos, 
más sí puedo jugar en ellos y columpiar mi alma entre tus pestañas negras y altaneras, 
tan enamoradas están del cielo que pocas veces he de verlas acariciando la tierra,
 y yo tan enamorada estoy de ti que nunca me han oído decir tu nombre,
 eres la sombra en pleno Febrero, 
eres iglú para el esquimal 
y como el gato al ratón que yo sea capturada por ti es inevitable, 
traviesa me hago aire y rozo tus manos, 
juego con tu pelo que en ocasiones prefieres corto y otros largos,
 si las flores han de cambiar cada estación para volverse más hermosas y joviales, 
cómo tú no ibas a seguir sus pasos;
 de querer no te quiero, pues me gustas libre, 
de amar no te amo, pues no tengo rebaño para señoriar,
 pero de mirar entonces abuso,
 pues cada minuto que pasas en mi mente te despojo de la fibra más sensible que puedas tener,
 te hago aire, te hago suspiros, te hago fluir como la sangre explosiva de mis venas, 
como he de querer tus huellas en ésta playa tan desolada que ha dejado el tiempo,
 si creaste un oasis en medio del mar, cómo podría desconocerte frente al alma,
 pues nadie más que tú sabría acariciarla, 
soy ciervo en la batalla más amena que pudieras tener, 
soy suela para el piso más agreste que acaso puedas conocer y soy amor para cuando quieras amar,
 soy de las estrellas la más brillante si tu la miras, y de las olas la más fuerte si tu la tocas, 
soy la piel sobre tu piel cuando desees,
 y si tu me pides la luna entonces me transformo en ella y 
te lanzo al espacio y ahí cariño...me lanzo yo.






Si un día tu cuerpo deja de existir, entonces será el día en que mi espíritu corra hacia el tuyo.

La copia

Regresar es un acto que pocos quieren hacer por su cuenta, por placer, por ganas, casi nadie se atreve a pisar las mismas tierras que ya pisó, o a volver sobre sus pasos, el punto no es en sí cómo o hasta donde retroceder el caset de la vida, sino lo importante es el por qué hemos de hacerlo. Hay de esa clase de personas que asegura no arrepentirse de nada, y yo creo que son ellos a los que les pesa más el sueño y el pensamiento, no arrepentirse de nada implica no cometer errores y que cada desición ha sido acertada, de ser así el planeta estaría entonces, plagado de Dioses, y mi respuesta a esa gente es que sí han cometido errores, sólo que hasta la fecha no se atreven a volver ni a mirar hacia a tras pues aún pudiendo remediar ciertas cosas, seguirían eligiendo el mismo modo de operar, seguirían entonces...equivocándose.
Observar forma a mi gusto un deleito arraigado exclusivamente en algunos seres humanos, es más bien un arte, muy distinto al mirar por mirar, es captar con cada pestaña el color, la arruga, el cejillo, los dedos, la polera que flamea por el viento, es captar el acto y hacerlo propio, guardarlo y cuidarlo, es luego llegar a contarlo como si fuera vívido el momento, es sorprender con el amor que somos parte de cada paso, observar es sentir el fin del desinterés.


Si las manos tiene huellas dactilares únicas, entonces doy por seguro que únicas también serán las caricias que he de darte e impregnarte en el cuerpo.

jueves, 11 de octubre de 2012

Agua

De los días fríos y mudos, del calor aplastante de mis brazos,
 de la lluvia infinita que despojo por los ojos, preguntas tú por qué he de tocarte con desgano,
 y pregunta la otra por qué no he cesado de acariciarla, 
me pregunto yo cómo es que son distintas pero iguales, 
cómo bailan al caminar y cómo enamoran ésta alma loba en la ciudad, 
un día una, al siguiente tú, y de cabecera todas las dulces palabras que den ambas,
 prisión sin presión es como me hacen sentir,
 atada a la mirada más dulce y los oídos más pacientes que jamás habría podido encontrar si no es aquí, 
a veces a tu lado y otras tantas no del lado tal, sino de tras,
 mirándote y aprendiendo el recorrido de cada fino cabello que mueve el viento tibio, 
dónde si no es aquí mesuraría el corazón con pájaros que poco saben de libertar y reclaman alas, deber de ser, de estar, de mirar/te/me/la, quisieras un día tú saber cómo yo te quiero, 
quisieras un día tú sentir el ardor de mi pecho hacia el tuyo, 
supieras entonces la manera en que he de colarme bajo la luz para espiar tu piel,
 y sabrías al final del tiempo que morirías si fueras yo, 
porque entenderías que las manos se vuelven agua al tocarte, al imaginarte, 
y con ellas, me vuelvo agua yo... 
me absorbe la tierra y nazco de nuevo en tu jardín como la flor más hermosa que nunca antes percibió alguno de tus sentidos, 
tanto he de quererte mujer, que nacería en tus praderas cada primavera,
 sólo para sentir tu caricia en el pétalo que eligieras.


A nadie en particular y como es de costumbre, a las hermosas mujeres del planeta, es decir, a todas en general.
-Que el romanticismo no acabe jamás, y aunque las almas estén heridas por el falso orgullo, que escriban una y otra vez, porque calmar al espíritu intranquilo, es calmar el pensamiento atropellador que guardamos en el pecho.